Por fin llegó, algún día tenía
que hacerlo y nadie mejor que mi mujer para traerlo a casa: El primer regalo, unos patuquitos marrones de lana
tamaño botón de abrigo! Estaban en una mini bolsa, envuelto en papel de seda
con lazo incorporado.
Aprovecho para hacer varias
reflexiones sobre el momento: Primero, ¿como saben el número de pie del bebé?
¿me he perdido algo? Si sale con el pie del padre haremos cortos… Segundo, el
bebé es para finales de Abril, ¿no le entrará un sarampión con tanta lana?
Bueno, si sale a madre hasta agosto dormirá con nórdico y manta a los pies.
Tercero, nacen sin andar (eso he oído), ¿para que quiere unos zapatos? No serán
más cómodos unos calcetines “de ir por casa”.
Fuera de este mar de dudas que me
sugiere el primer regalo a nuestro bebé, quiero darle las gracias a todo el
grupo de amigas de mi suegra, aka “padel-aquelarre”, por el supe detallazo y el
riesgo que han tomado… Todos sabemos que los zapatos son un regalo de los
complicados puesto que gustan o no gustan; ¿o es que alguien lleva unos zapatos
que no le gustan? Vamos que no son un buen regalo de hacer, la última vez que
le compré unos a mi mujer estuve a punto de perder un ojo por culpa del tacón
de uno tirado a corta distancia. Menos mal que reaccioné con rapidez para así
ver con los ojos bien abiertos esa barriguita que va creciendo día tras día!