Llegó el momento, hay que
preparar la casa para la llegada. Lo que podría parecer algo así como “haz
sitio en la habitación de invitados” para poner la cuna se ha convertido en la
obra civil más importante y que mueve más gente y dinero de toda España en
estos momentos.
Mi mujer le llama el desconocido hasta le fecha“ síndrome del
nido”. Es decir, en términos fáciles de entender: cuando las pajaritos van a
poner un huevo preparan su nido recogiendo ramitas por todo el bosque, las
colocan perfectamente para la llegada de su nueva prole. En nuestro caso, no se
trata solamente de preparar la habitación sino de toda la santa casa. Hablamos
de dejar el horno por dentro como nuevo con productos tan recomendables para
una embarazada como el amoniaco o salfuman, limpiar las paredes de detrás de
los radiadores, limpiar los armarios de toda la casa por dentro con lejía,
ordenar el garaje y colocar las cosas por tamaños y un larguíííísimo etc.
A
parte de lo que entraría en la familia de la desinfección, existen otras partes
del síndrome del nido que se centran en la inversión de bienes materiales para
adecuar la casa a la llegada... tenemos la visa temblando. Hablaré
del mundo de la cuna: Cunas que se hacen camas, cunas de viaje, cunas de salón,
cunas grandes que se les llama parque, cunas que se desmontan y parecen un saco
de dormir, cunas para los abuelos y ya lo útimo de lo último… cunas con nombre
de profeta bíblico! Alrededor de la cuna hay todo un mundo de elementos
esenciales: Cambiador, mueble cambiador, empapelar las paredes para que queden
bien con los muebles cambiadores, pintar en rosa pequeños detalles de la
habitación y el tan temido “ya que estamos”: ¡¡¡¡¡¡Vamos a poner parquet en
todas las habitaciones!!!!!! ¡Pero si sólo necesitamos un nido y en el Ikea lo venden con las ramitas colocadas!
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