-Ah, cuando vuelvas acuérdate de pasar por la
farmacia y compra un test de embarazo.
Vamossss, esto va en serio. ¿Cuánto cuesta?
¿Hay copago? ¿Me cabe en el maletero? ¿Seguro que en el Mercadona no hay?
¿A qué farmacia voy? No quiero que les suene mi
cara pero tampoco se trata de coger la autopista para ir a comprar el aparato.
En mi ciudad hay 1000, la primera que quede de camino... Pero digo yo, ¿seguro
que no hay una aplicación del iPhone para eso? ¿Ibombo? ¿Isorpresa?
¿Iunhij@paratodatuvida? ¡Pues no hay!... Y la farmacia a reventar de niños
chillones mientras la chica me explica una disertación sobre rallitas, que si 5
minutos de espera, que si la señal
es muy flojita también Ibombo... Llego a casa y ahí estaba ella, pendiente de
ver si me había olvidado del tester y con una carita de felicidad vacacional y
una sonrisa tensionada: -Oye, que no me ha venido. Y yo: para hacer la prueba
tienes que hacer pis, ¿tienes ganas ahora? Ella: con lo que llevo haciendo esta
semana podría llenar el desierto del Sáhara! Pues aleeee... Temblando va y
temblando vuelve, sitúa el aparato sobre la mesa con el visor de resultados
boca abajo, y el futuro padre quitándole importancia y revisando las
instrucciones por tercera vez. Nos ponemos a hablar y no a los 5, ni a los 6...
A los 10 minutos nos miramos y decidimos darle la vuelta a ese lápiz ancho que
nos iba a cambiar la vida: dos rallitas!! Y eso qué era????? Eso es algo
increíble
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