La sensación de cambio de ciclo
en casa empieza a apoderarse de todos los que vivimos en ella. Incluso la perra
intenta alargar al máximo sus paseos, disimula pero lo noto. Mañana empiezan
las obras del nuevo Escorial para adecuar el nido a la llegada y mañana por fin
mi mujer deja de trabajar para eso sí, hacer tropecientos recados. Flotan en el
ambiente más que nunca expresiones del tipo: “aprovechemos ahora”, “cuando
venga María…” o la más usada “vete quitando eso de allí”.
Intentaré no ser cursi pero si no
lo digo reviento: ¡Pero qué feliz estoy! De verdad que lo digo, ojalá que fuese
ahora mismo ya; estoy seguro de que no me voy a arrepentir de estas palabras
cuando a las 3:00 llore como alma en pena por que quiere comer y que su papi la
abrace o más tarde, cuando sean las 3:00 y no haya llegado en sus primeras
noches de farra (a los 25 años por supuesto).
30, 29, 28…
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